Una década después de que por culpa de aquel anuncio de Calvin Klein en el que se podía ver a Marky Mark (Mark Wahlberg) a pecho descubierto y sin pelo alguno, los metrosexuales del mundo entero empezasen todos como locos a depilarse de los pies a la cabeza se fue instaurando la dolorosa moda del hairless look.
Sin embargo, con el paso de los años, aunque muchos de ellos siguen opinando que el cuerpo masculino ideal debe estar exento de pelos, quizá debido a la frustración que conlleva mantener los pelos a raya mediante dolorosas depilaciones a la cera, que hacen que los folículos pilosos sangren o que algunos pelos se enquisten, muchos han decidido hacer un ejercicio de madurez, y están volviendo a permitir que los pelos vuelvan a abrirse camino siguiendo su estado natural.
Es como si estuviésemos asistiendo a un regreso a la moda de finales de los 60 y principios de los años 70 cuando el movimiento hippie abogaba por la libertad en todos los sentidos, incluso los capilares.
Los hombres demasiado depilados parecen hoy demasiado perfectos. Christopher Oldstone-Moore, autor del libro "De barbas y de hombres" suele acudir como ponente a numerosas conferencias en la universidad de Ohio en las que asegura que la vida cada vez más urbana ha dejado a muchos hombres desconectados de su masculinidad biológica, y que dejarse crecer el pelo es una manera de volverse a enganchar a ella.
El look a lo trampero o leñador está haciendo estragos en ciertos ambientes neoyorquinos. Algunas marcas de moda están incluso apostando por modelos sin depilar para mostrar su línea underwear. El mejor representante de esta nueva tendencia es el modelo Nyle DiMarco, ganador del concurso Next Top Model de América.
Como todo en esta vida, en el centro está la virtud, y los extremos nunca han sido buenos, y tampoco se trata de volver a la edad de los neandertales, ¿no os parece?
Fotos | Instagram @NyleDiMarco
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